Por: Yuly An D´ Qva.
UNA HISTORIA DIGNA DE CONTARSE.
Truena. Fuertes vientos y lluvia azotan la ciudad norteamericana de Alabama. Allí, en la autopista, una señora afro norteamericana está desesperada ante la tormenta que se le echa encima. Mira el reloj. Son las 11 y 30 de la noche.
El automóvil en que va se ha averiado y se niega a arrancar. Aunque confía en su Dios, no puede esconder su nerviosismo, Está ansiosa por llegar a su destino. Es un asunto de vida o muerte. Por eso, sale del auto desafiando la tempestad. Hace señas a los carros que transitan veloces. Sabe que es época de serios conflictos raciales. Está sola y empapada.
Hasta que al fin, un auto detiene su marcha. Se le acerca un joven blanco. Le manifiesta el deseo de ayudarla. La lleva a un lugar seguro y, un rato después, llama a un taxista para que traslade a la mujer a la dirección que le indica. Ella, antes de marcharse, anota la dirección del joven y le agradece el gesto.
Una semana después, tocarían a la puerta de aquel muchachón. Fue una gran sorpresa cuando le entregaron un paquete con su nombre. Le habían enviado un televisor de pantalla gigante. Adjunto al equipo una nota:
Muchísimas gracias por ayudarme en la autopista la otra noche. La lluvia anegó no solo mi ropa, sino también mi espíritu. Entonces, usted apareció. Gracias a eso, pude llegar al lado de la cama de mi esposo agonizante, justo antes de que falleciera. Que Dios lo bendiga por su ayuda y por su servicio desinteresado a los demás.
Sinceramente, la señora de Nat King Cole”
¡Qué lindo es servir sin esperar nada a cambio!