Música, Política y Sociedad conforman una triada que, de la misma manera en que se une para surtir efectos asequibles y ventajosos; también puede romper su vínculo y empañar el proceso con lamentables consecuencias.
En casi todas las sociedades los ideólogos estudian, y para nada menosprecian, la influencia que ejercen las composiciones y la música, en sentido general, en los procederes de las masas.
Desde sus orígenes ella ha sido crónica de los pueblos. Basta estudiar a fondo esta manera, entretenida y elevadamente artística de expresar los más heterogéneos sentimientos, para conocer el devenir de una nación en determinada época.
Ha sucedido con el cine, las artes plásticas y demás manifestaciones del arte; pero la música, por abarcadora y popular, se lleva el protagonismo en materia de censuras.
Cada tema refleja un contexto: sexo, grupos sociales, drogas, machismo, tendencias, modas, sectores políticos, deportes, atractivos nacionales, violencia, patriotismo, derechos humanos, traición, amor, diversión, vida, muerte…
Como si fuera poco, en algunas naciones ahora florece la tendencia de vetar piezas sonoras de décadas anteriores, esgrimiendo incongruencias con corrientes políticas e ideológicas de turno.
De esa manera los sensores solo muestran desconocimiento de los momentos históricos o del entramado social en el que fueron creadas esas obras musicales.
El caso cubano no es ajeno. Ejemplo hay muchísimos desde los mismos inicios cuando cada grupo étnico supo expresar, a través de una melodía, su apoyo o condena a determinada corriente.
El desarrollo tecnológico, la llegada de la radio y la televisión, el cine, luego los soportes personales de grabación y reproducción, e internet más tarde, rompen en gran medida con esas sanciones.
Sin embargo, a partir de 1959 se recrudeció este comportamiento. La emigración de una considerable cantidad de los mejores exponentes y su abierta oposición política fueron el detonante.
No es necesario mencionar melodías o intérpretes. Algunos populares y otros menos, pero todos sufrieron y sufren hasta hoy, esa reprobación que limita a la gran masa disfrutar de sus creaciones.
Sabemos que siempre los cubanos, pese a que sus intérpretes favoritos no suenan en la radio, aparecen en la televisión o realizan conciertos dentro del país, se las ingenian para estar actualizados.
A estas alturas ya se debe haber llegado a la conclusión de que las prohibiciones no dan buenos frutos. Cuando se explora laintersección entre Música, Política y Sociedad, apremia recuperar la sonoridad como un espacio de diálogo abierto y plural para todos los cubanos.
En el panorama cultural nacional, la música no solo sirve como expresión artística, sino también como columna vertebral de la identidad. Varios siglos de historia musical lo demuestran con creces.
Sin embargo, la prohibición de artistas que critican el rumbo del proceso social representa una amenaza directa a este pilar fundamental, erosionando el tejido mismo de la cubanía.
No son pocos los músicos y compositores que han enfrentado prohibiciones, exilio o el ostracismo dentro de su propio país por atreverse a expresar sus puntos de vista a través del arte. A pesar de su relevancia cultural y popularidad, han sido silenciados o marginados.
La música en Cuba va más allá del entretenimiento. Cada uno de los cultores, con sus estilos, géneros y formatos, es reflejo fiel de incuestionables momentos de historia, luchas, alegrías y esperanzas.
Desde los antiguos ritmos afrocubanos, el danzón y la rumba, hasta los boleros, la conga y el punto guajiro, pasando por el son, la guaracha y la trova, se solidifica la diversidad musical de la isla como un testimonio vivo de su rica herencia cultural.
Los intentos por mantener el control ideológico, recurriendo a la censura de aquellos artistas cuyas obras o declaraciones reprenden o cuestionan el estado de las cosas en la isla, solo logran maximizar el impacto de los mismos entre la gente.
La exclusión de voces disidentes de la esfera cultural no solo empobrece el panorama artístico nacional, sino que también fragmenta la percepción de una identidad cubana cohesiva.
Al censurar a los artistas, se priva al pueblo de la capacidad de reflexionar sobre su realidad, debilitando así el sentido de pertenencia con la gran comunidad que forman lo nacionales y su diáspora; amén de los millones de seguidores extranjeros por todo el mundo.
A pesar de las restricciones dentro de Cuba, en el exilio muchos han encontrado plataformas para seguir expresándose y difundir su música, resonar con más fuerza en el ámbito internacional y ratificarse como embajadores de esa esencia cultural.
Es imprescindible una reflexión abarcadora, que redunde en la importancia de fomentar una cultura que abrace la diversidad de pensamiento donde se reconozcan y celebren todas las voces musicales, sin importar su postura política, como un paso esencial hacia la reconciliación cultural y la verdadera unidad nacional.
Cada cubano, desde su nivel y su gusto individual, debe ser capaz de discernir o escoger su música. Clasificar cuál pieza es buena o menos buena, apropiada o no, si le aporta o no. Lo inaceptable es que alguien lo haga por usted y sin olvidar que nada resulta más tentador que vedar.
El mundo seguirá su vertiginoso desarrollo y la tecnología lo convierte cada vez en más pequeño. Seguimos esperando por ese salto ideológico que abra el diapasón que nos deje, en materia de consumo musical, escoger personalmente lo que aporta, lo bueno, lo educativo o inspirador.
En honor a la verdad, al parecer como buena reacción a las masivas quejas o una estrategia de rectificación e inclusión, de manera esporádica, en los últimos tiempos hemos disfrutado algunas de esas voces en los medios de comunicación cubanos.
Pero no es suficiente. Evidentemente esta práctica no solo limita la autonomía artística de los músicos, sino que también priva a la sociedad de un intercambio culturalnecesario para su desarrollo y autoconocimiento.
Nuestra gran obra sonora es un rico referente para las generaciones de ayer, de hoy y de mañana. La música es un innegable cimiento de la identidad nacional y como tal,en ella por inmensa, inmortal y cubana, caben todos los estilos, colores, ideologías y, principalmente, los que la aman.
Para continuar explorando y apreciando la rica herencia musical cubana y su impacto en nuestra identidad, te invitamos a unirte a nosotros en msmmystore.com. Aquí, juntos, podemos descubrir, celebrar y preservar las diversas voces y estilos que hacen de la música un pilar fundamental de nuestra cultura. Visita msmmystore.com y sé parte de esta vibrante comunidad que ama, vive y respira la música.