Por: Yuly An D´Qva
2023 hace los últimos suspiros. Está vivo por el reloj.
Hago un pasaje mental y afloran los recuerdos de lo bueno y lo malo que me ha ocurrido. Busco la parte positiva de cada uno de esos sucesos. ¿Qué me enseñó este año?
Me enseñó que el odio sólo genera enemistad y comprime el corazón; que no debo ser una molestia para nadie; y no ir a la cama sin antes alimentar el corazón de las personas que amo.
Me enseñó que toda carrera requiere esfuerzo, sacrificio y perseverancia, porque ninguna meta se obtiene sin trabajo y que nunca debo mirar atrás, y si lo hago que sea para aprender.
Me enseñó que en un negocio si alguien jura: Lo hago por principios y no por dinero; por lo general lo mueve ese dinero.
Que no debo pagar ningún trabajo por adelantado o prestar grande suma de dinero a un amigo, si quiero ver el trabajo terminado o conservar la amistad de ese amigo.
Me enseñó que las personas sin nada son más agradecidas a las que lo tienen todo, y que los días pueden ser largos, pero la vida corta.
Me enseñó que las dudas hacen perder no sólo lo que tenemos, sino hasta lo que somos; y quien no fracasa es porque no tiene valor de arriesgarse.
Me enseño que cuando se gana un centavo de forma deshonesta, se pierde pronto una fortuna; y que debo ganar el dinero antes de gastarlo.
Me enseñó que el rencor es como el ácido: destruye el recipiente que lo contiene; que ser agradecidos es la mayor virtud humana, y que pasamos demasiado tiempo buscando la felicidad, y en ocasiones, la tenemos cerca y no la vemos.
El 2023 se despide, dejando enseñanzas valiosas. Recordamos la importancia de la gratitud, el esfuerzo y la honestidad. Miramos hacia el 2024 con esperanza y determinación, listos para seguir aprendiendo y creciendo.