Este es un mes a tener en cuenta. Es referencia de un antes y un después, es llegada y despegue. Cuando el duodécimo mes del año asoma comienzan el ajetreo y el apuro. Muchos quieren hacer en esos 31 días todo lo que no lograron materializar en los restantes trescientos y tantos. Al final del trayecto no logran ni una cosa, ni la otra. Todo se atropella y en un santiamén vuelve a llegar enero con su cíclico rostro de planes, sueños y compromisos.
El nombre de este mes deriva etimológicamente del latín december, que hace alusión al sitio que ocupaba en el orden de sucesión de los meses del calendario romano. El año comenzaba en marzo, por lo que el mes en cuestión se ubicaba en el décimo lugar.
Diciembre es para celebrar el solsticio de invierno en el hemisferio norte, el día con menos horas de luz; y el solsticio de verano en el hemisferio sur, el día con más horas de luz, excluyendo las regiones polares en ambos casos.
El Día Mundial de la Lucha contra el Sida, el Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud, el Día Internacional del Médico y el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, se celebran en diciembre.
El siete se ovaciona el Día de las Velitas en Colombia y otros países de América Latina, dándose inicio a los pregones de la Navidad. El día ocho de este mes, en 1980, asesinaron a John Lennon; el diez se conmemora la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el dieciocho es el Día Internacional del Migrante.
El veinticinco los cristianos celebran la Natividad del Señor; el veintiocho es el Día de los Santos Inocentes y el 31 la Nochevieja, además de ser el último día del año en el calendario gregoriano.
Solo mencionarlo nos obliga al resumen del año. Cada quien revisa de manera meticulosa los proyectos hecho para la etapa que concluye. Muchos se vanaglorian por lo logrado, otros sonríen ante la sorpresiva llegada de un buen evento personal, familiar, laboral o social, y algunos todavía se apresuran en organizar sus retos para un año que ya expira. Indetenible e implacable al fin, el tiempo no perdona y a todos nos da contundentes lecciones.
La gran verdad es que la entrada de diciembre al almanaque es ya un anuncio de final. Muy poco tiempo queda en el intento de acelerar la materialización de ese plan postergado, una y mil veces, durante el lapso de los doce meses anteriores.
Ahora se trata de atrapar paciencia y mesura. Es cuestión de analizar, con mirada objetiva, qué lapso queda y cuál de los propósitos está a tiempo de cristalizar.
Si la realidad le da un golpe de lecciones, de esos que son sólidas enseñanzas de toda la vida, aproveche e incorpore lo aprendido a su devenir futuro. Sin son muchas las aspiraciones trate de ejecutar al menos una, para que no se vaya con el sinsabor del fracaso. Así tendrá un halo de victoria; aunque pírrica, pero trino de éxito al fin.
La instrucción será aprendida con rigurosidad. Será un buen aviso: que la historia no se repita. Como víctima de la premura y la postergación también estaremos en mejor posición para alertar a familiares y amigos a no caer en el bache de marras.
Diciembre, más allá de sus celebraciones, es igualmente un alto dedicado a la programación. Miramos hacia los doce meses del futuro. Y vuelve a iniciar el ciclo de la planificación, los sueños, los anhelos, los antojos, las ansias.
A veces alguien más se suma a la confección de la lista anual: la pareja, la familia, los amigos. Varios pueden participar y colaborar en el enlistamiento de lo proyectado. Y no está mal que así suceda, siempre y cuando sirva para soñar, pero sin dejarnos despegar los pies de la tierra.
Hay que ser objetivos. No ir más allá de nuestras posibilidades; aunque, un poco de riesgo podría ser un agregado inspirador para los más remolones a la hora de soñar el porvenir.
Siempre hay quienes son cautelosos. Esos prefieren ser sorprendidos por las circunstancias, les tienen pánico a la frustración o el fracaso de no hacer realidad determinado proyecto. Por eso van poco a poco, mes por mes, subiendo los peldaños de su realización individual. Cuando llega diciembre, también hacen el resumen; pero les llega con un mejor sabor, porque acumulan historias no planificadas y siempre bienvenidas.
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A estas alturas del año, nuestro consejo es que no se distraiga en lo que dejó de hacer. Ponga la mente en el mañana. Despida esta etapa con alegría y mucho optimismo. Trace su sendero para el 2024 y viva, minuto a minuto, cada instante como un hermoso regalo. A fin de cuentas es mejor cargar el buen sabor de la victoria que ser dueños de un lastre que nos conduzca al fracaso.
Busque el lado bueno de este último mes. Vea en él el broche final de una época y una hermosa puerta que da paso a un enero lleno de sorprendentes, novedosos y emocionantes desafíos.
Nosotros, a la vuelta de doce meses, pretendemos estar aquí mismo resumiendo lo logrado en este año que ya es toda una realidad. Para entonces nos gustaría contar con usted una vez más.