Autor: EL Cope de CUBA.
De un tiempo a esta parte, entre cubanos son cada vez más frecuentes las alusiones a Dios. Las expresiones de Fe se multiplican en cualquier escenario de la vida cotidiana.
Frases como “Dios mediante”, “Que Dios te bendiga” y “Gracias a Dios” se dejan escuchar lo mismo en voz de un agricultor, un campeón deportivo, una ama de casa o en un médico, un taxista y un pedagogo.
Hasta en los medios de comunicación, como la radio y la televisión, también se dejan publicar testimonios que hace algunos años serían directamente censurados; mientras algunos dirigentes políticos dan likes, comentan o comparten citas bíblicas o peticiones de bendiciones a alguna persona en particular o a la misma nación para que avance en pos del bienestar del pueblo.
Cierto es que estas tendencias indican una apertura en expresar las creencias con mayor comodidad y holgura.
Sin dudas, este fenómeno es un signo positivo en una sociedad que se transforma en más tolerante y abierta hacia las diversas formas de manifestación espiritual.
En abril de 2019 se proclamó la nueva carta magna cubana, derogando la anterior Constitución que, desde 1976 rigió los destinos de la nación durante 43 años.
Por ejemplo, en su Artículo 15 se especifica que “El Estado reconoce, respeta y garantiza la libertad religiosa. El Estado cubano es laico. En la República de Cuba las instituciones religiosas y asociaciones fraternales están separadas del Estado y todas tienen los mismos derechos y deberes. Las distintas creencias y religiones gozan de igual consideración.”
Por su parte, el Artículo 42 sentencia que “Todas las personas son iguales ante la ley, reciben la misma protección y trato de las autoridades y gozan de los mismos derechos, libertades y oportunidades, sin ninguna discriminación por razones de sexo, género, orientación sexual, identidad de género, edad, origen étnico, color de la piel, creencia religiosa, discapacidad… (…) La violación del principio de igualdad está proscrita y es sancionada por la ley.”
El Artículo 57 de la Carta Magna de la República de Cuba dictamina que “Toda persona tiene derecho a profesar o no creencias religiosas, a cambiarlas y a practicar la religión de su preferencia, con el debido respeto a las demás y de conformidad con la ley.”
Según el discurso oficial “El Estado no subvenciona ninguna institución religiosa ni interviene en su funcionamiento interno”.
Ya antes, en octubre de 1991, durante el 4to Congreso del Partido Comunista (reconocido constitucionalmente como el único partido político legal) celebrado en la ciudad de Santiago de Cuba, se había acordado “eliminar cualquier interpretación de los Estatutos del Partido que impidiera a un revolucionario de vanguardia, en razón de sus creencias, aspirar a ser admitido en el Partido”, como sentencia la enciclopedia colaborativa Ecured. De hecho, “hoy militan en el Partido numerosos creyentes de diferentes creencias.”
“Todas las instituciones y organizaciones religiosas desarrollan, con total independencia y autonomía en relación con el Estado, sus actividades sociales, la formación de su personal, el nombramiento de su jerarquía, sus movimientos dentro y fuera del país, sostienen relaciones con instituciones y personalidades en el extranjero, reciben delegaciones e invitados de ese carácter, organizan eventos. Hay instituciones que tienen miembros en estructuras religiosas internacionales. Todo ello sin ningún tipo de limitación.”
“Esas instituciones son propietarias de sus bienes muebles e inmuebles, incluyendo sus templos y otros bienes. En el país circulan libremente numerosas publicaciones de muchas denominaciones y organizaciones, una importante cantidad de ellas inscritas en el Registro de Publicaciones del Instituto Cubano del Libro.”
“Muchas poseen centros para la formación de su personal consagrado (seminarios), lo que realizan con plena libertad y sin limitaciones para la selección e incorporación de ese personal a sus estudios. Cientos de jóvenes cubanos también completan sus estudios en seminarios y universidades en diferentes países.”
“También se efectúan múltiples actividades de carácter religioso o cultural, algunas de ellas fuera de sus locales de culto, como procesiones, peregrinaciones, ceremonias, rituales, conciertos, toques de tambor, talleres, seminarios, congresos, y otras.”
De acuerdo con Ecured “De forma diversa, según la disponibilidad de recursos y métodos propios, se desarrollan actividades recreativas, de captación y de educación religiosa, como catecismo, escuelas dominicales o sabatinas, cursos extensos, cortos o por correspondencia, la transmisión oral directa personal y debates colectivos de textos religiosos.”
La tendencia a la creciente inclinación de la población cubana hacia la espiritualidad y las expresiones religiosas en la vida cotidiana y los medios de comunicación es un fenómeno sociocultural interesante.
Este cambio puede reflejar varias dinámicas en la sociedad cubana, como la consolidación de una plática social y religiosa, la búsqueda popular de una zona de confort espiritual como refugio a tanta crisis de diversa índole, una innegable influencia cultural y mediática, así como la experimentación de un cambio perceptivo de la religión como concepto de Fe, salvación y paz.
Es sabido que, tradicionalmente, en los contextos socialistas como el cubano, la religión no ha tenido un papel prominente en la esfera pública. Sin embargo, lo que se experimenta en el archipiélago antillano hace varios lustros sugiere un cambio gradual de esa mirada sistémica, dando paso a la religión y la espiritualidad en la vida pública y mediática.
La inclusión de temas religiosos y espirituales en la música y los medios de comunicación sugiere que estas creencias están ganando terreno en el ámbito cultural. Esto podría estar influenciado por una variedad de factores, incluyendo cambios en las políticas gubernamentales, influencias externas, y un movimiento interno hacia una mayor diversidad espiritual.
En tiempos de incertidumbre o dificultad las personas a menudo se vuelven hacia la fe y la espiritualidad en busca de consuelo y guía. Este proceso puede estar ocurriendo en Cuba, reflejando un deseo colectivo de encontrar esperanza y significado a través de la fe.
El cambio también puede ser parte de un diálogo social más amplio sobre el papel de la religión en la sociedad cubana moderna. Podría indicar un movimiento hacia una mayor pluralidad y diálogo en cuestiones de creencia.
En resumen, la creciente visibilidad de la espiritualidad y la religión en Cuba, tanto en la sociedad como en los medios de comunicación, es un signo de transformaciones sociales y culturales.
Esta realidad refleja un entorno cubano en el que la expresión religiosa está encontrando un espacio más amplio y una aceptación creciente “con todos y para el bien de todos”, como soñara José Martí, el más universal de los hijos nacidos en esta isla.